el muro, la casa hacienda, los árboles chilenos, los aviones....

>> viernes, 25 de marzo de 2011

Esta historia también es contada por la casa hacienda, el muro que separa al aeropuerto, los aviones, los árboles chilenos. Porque San Agustín y su gente son un solo cuerpo hecho de chacras, casas, ruidos, acequias, muros, árboles y...


Segundo piso de la Casa Hacienda. Foto: Alexis Vega - Taller "A punto de despegar"


La casa hacienda: aún en pie
Fue imponente en sus mejores años, dicen que hasta un cine funcionó allí dentro. Hace décadas, allí vivió el hacendado y su familia. Cuando ellos la dejaron, la habitaron las legendarias profesoras Juana y Dora Barrantes. Ellas llegaron a San Agustín en el década de 1940 como maestras y nunca más se fueron del lugar y se convirtieron en las últimas habitantes de esta casa.
Los niños de San Agustín cuentan que en la casa hacienda se guarda un libro bien grande que cuenta toda la historia de San Agustín: desde sus inicios hasta su fin y que este libro fue escrito por la maestra Juanita.
Juana Barrantes falleció hace pocos años. Ahora Dora, su hermana, vive en la casa semi derruída acompañada por su sobrino Óscar.

Árbol chilena en invierno. Foto: Susan Bonilla - Taller "A punto de despegar" 


Los árboles chilenos: fueron plantados durante la guerra con Chile
Marcan las estaciones en San Agustín: frondosos en el verano y pelados en el invierno. Los lugareños se sientan bajo él para protegerse del sol, para refrescarse, para respirar.
Cuentan los niños que en el fin de los tiempos de Sa Agustín los árboles se animarán, sus ramas y raíces cobrarán vida propia y se separán de la tierra, llevándose a todos los habitantes de San Agustín.


Después de las chacras, el muro. Foto: Chelsy Rivera - Taller "A punto de despegar"


El muro: el que separa
Ni siempre existió el muro. Los más antiguos de San Agustín cuentan que allá por la década de 1950, cuando se construyó el aeropuerto, no había muro. Ellos se podían pasear por la pista de los aviones.
Ahora solamente el muro los separa del aeropuerto. Ese mismo muro que es una de las paredes de la casa de Pablo Obregón, agricultor quechua hablante de origen huancavelicano que hace años migró a San Agustín.


Avión despegando en medio de la chacra de flores. Afiche de la exposición "A punto de despegar". Foto: Alexis Vega  - Taller "A punto de despegar"

Los aviones: no paran de despegar
En San Agustín dicen que la gente se olvida de lo que estaba conversando porque justo pasó un avión. El ruido es ensordecedor.
Ver los aviones despegar es un espectáculo impostergable para los niños. Dice que es el atractivo turístico del lugar, junto con la fiesta del Santo Patrón San Agustín. Cuentan que por las noches, cuando los aviones despegan, se ven luces en forma de un pescado en el aeropuerto.
Pocos en San Agustín han viajado en avión. José es el presidente de la directiva de vecinos del pueblo; todos los días se levanta temprano para ir a trabajar en el aeropuerto con los aviones. Esos mismos aviones por los que su pueblo va a desaparecer.

1 comentarios:

Jorge Ramiro 18 de abril de 2012, 11:38  

La verdad que es una casa con mucha historia para contar, y aparte realmente interesante, por eso el documental va a tener muy buen contenido y por o que se ve bien tratado y llevado a travez del documental por eso a punto de despegar es un documental a tener en cuenta y recomendar

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